20090606

Esa gata...

Tocas la puerta con ahínco esperando que te abra. ¿Sabes? Me fastidias cuando haces eso. Tengo suficientes sueños que recordar antes de que tu aguda vocecilla me saque de todo gesto onírico. Ahora te escucho y se que no te abriré hasta que mi voluntad se despierte. Tengo que dejarte pasar, no hay remedio. Tomé para mí esta responsabilidad que no me corresponde y aquí estoy oyendo tus rasguños en la puerta. Ayer te acabaste la poca comida que quedaba y no te dije nada porque sé que no me vas a entender lo mucho que me cuesta sobrevivir en este mundo, y lo poco conveniente que es cargar contigo a donde voy. Y sé que no me entenderás porque a pesar del poco tiempo, ya te conozco, y conozco lo extrañas que te son las palabras. Tu entendimiento se basa en caricias, frases cortas, miradas profundas, jugueteos, rasguños, golpes, gritos, platos rotos, quejas de vecinos, murmullos, ronroneos. Eres linda sí. Cariñosa, y se que me aprecias más allá de necesitarme, pero cada vez que me miras se que intuyes el poco tiempo que nos queda juntos. Te ha costado poco acostumbrarte a mí, en eso eres distinta a las demás, quizá sea por eso que aun sigo esperando que seas tú la que huya por la ventana del departamento y no regreses, en vez de ser yo quien te lance al vacío, donde se que sobrevivirías, porque el vacío y tú son como parte de la misma esencia. Te he visto muchas veces mirar por la ventana con aire melancólico y puedo asegurarte que tú misma deseas irte, aunque digas lo contrario, aunque esperes tras el cerrojo a que me de la gana levantarme y que me decida a escuchar tus lamentos con atención, aunque sepas que me importas poco, y que ya no soporto tus pelos en el baño, en la cama, en la ropa, en mi vida, en todos lados. Todos saben que no me convienes, todos me dicen que eres una gata oportunista y que junto a ti solo me esperan años de un vacío acompañado, de cuentas por pagar, de rencor disimulado, de ganas de pegarse un tiro en la garganta. Yo les doy la razón, y les aseguro que pronto me desharé de ti, sin embargo aquí sigues, tocando la puerta impaciente. Quizá me levante y te abra hoy. Quizá espere a mañana.

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