20090819

Otra vez la misma...

Repetirse es Verbo, no sustantivo. Bueno, en el sentido literal sí es un sustantivo, pues se trata de una impersonalidad sintáctica. Una acción convertida en sujeto. Un verbo hecho sustantivo. Creo que me estoy convirtiendo en Ricardo Arjona. Siempre la misma canción, pero con distinta letra.

20090806

NECROFILIA

No sé qué pensar de ti. No puedo enjaularte en una definición. Aún no logro explicar tu presencia en un espacio donde ya no correspondes ni siquiera como concepto, pues tu reino no es de este mundo (mi mundo, lleno de eso que algunos llamamos vida, otros degeneración) ¿Eres un fantasma? ¿Eres un cadáver que camina? ¿Un recuerdo que olvidó su lugar en el baúl? Lo único que sé es que en mí aún sigue viva la ridícula convicción de que existes, aunque ya tu carne es tal vez etérea y nuestros universos son diametralmente opuestos, y sé también que a pesar de los años y la distancia no he logrado enterrarte y depositarte para siempre en la conjugación verbal que te corresponde: el pretérito. Tu hermoso cadáver descompuesto sigue deambulando por las calles de mi presente, asustando a los niños y aullando su aparente felicidad al viento, llamándome, esperando siempre que te siga, que persiga tus risas, tus ideales, que intente tocarte para desaparecer en el instante mismo en que decido hacerlo. Al menos tú te diviertes. Por ahora, porque cuando abras los ojos, descubrirás que el dinosaurio sigue allí, que de verdad no puedes tocarlo, o peor, que dejará de jugar para descarnarte.

Creo que todo tiene que ver con el melodrama juvenil insertado en mi idiosincrasia poética: en el fondo sigo creyendo en las felices y rosadas historias de amor, en la media naranja, en los “…y vivieron felices para siempre.”; aun creo -muy a pesar mío- en el primer y verdadero gran amor. Inmortal, eterno, todopoderoso, patético.
Pero pasemos a la realidad, al realismo, escribamos una pieza, analicemos la tragedia. Moriste en el instante mismo en que lo nuestro dejó de ser una historia de galanteo del siglo de oro español, para convertirse en una tragedia shakesperiana. Después de años de coquetear con lo que tú considerabas imposible –a pesar de tenerme a un palmo de tí- cometiste el error trágico de buscarme cuando ya todo realmente lo era, cuando desaparecí de los ideales del sedentarismo y me lancé al vacío para buscarme; lejos de ti; lejos del reino de los muertos. Aun no me he encontrado. Pero he encontrado a mis demonios y los he acogido en mi regazo. Me han invitado a su departamento y he tomado el té con ellos. Son mis amigos, y me han recomendado desistir en mi intento por revivirte, por recuperar tu presencia. Pero soy un necio que no entiende razones. Y henos aquí. Tú y yo. Jugando a que seguimos siendo los mismos adolescentes estúpidos de hace milenios. Jugando a que todo es posible. Haciendo cómo que el futuro nos pertenece.

Me declaro culpable de aferrarme a ti, o más bien a tu recuerdo andante, porque que ya no eres la misma. Y tú… tú, por supuesto, pecas de ingenua. No me conoces. Ya no me conoces. Crees que soy aún el niño autista que te maravillaba por su nobleza de espíritu. JA. JA. JA. Ilusa. Si supieras que ahora lo que más lamento es que en ese efímero instante en el que estuvimos juntos, en nombre de la virtud –herencia de tu medievo personal- no te permitiste salir de tu vegetarianismo ¡Si supieras! Yo ya me volví carnívoro ¿sabes? Mientras para ti las vacas siguen siendo sagradas, hoy a mí me encanta la carne, incluso ésa que está prohibida en todas las religiones: la de hombre. Y ahora que te veo, que la carne podrida se desprende de tus huesos, estoy tentado a devorarte. Tus vísceras me despiertan el apetito, me inflaman. Tu esqueleto ensangrentado me provoca; los cuencos de tu cráneo, la pus seca en tus tobillos, los coágulos ennegrecidos, tus senos apolillados, tus dedos podridos, tu cabello erizado, incluso las moscas a tu alrededor; todo en ti me erota. Tu olor a muerte ya está lubricando mi epidermis. En cualquier momento lo haré. Sé que no debo, pero la naturaleza me está llamando.

No quiero profanar tu cadáver. Si eres etérea estás a salvo. Si no lo eres, huye. Huye mientras puedas.