Nunca soy el que aparento. Todo el tiempo; toda mi vida mi verdadera personalidad se esconde tras una falsa sonrisa que pretende mantener a las personas cerca... y sin embargo se mueven (Galileo tenía razón). ¿Porque me afecta tanto el tener que dañar a las personas? ¿Como es que me permito anteponer mis propias necesidades, sentimientos y frustraciones a la comodidad de los otros? Es un vicio (dice ese ser inexistente que habla conmigo sin que se lo pida). El alcohólico por más que intenta dejar a su victimario, siempre regresa al regazo de éste. Eterno ciclo que los viciosos sin fuerza de voluntad estamos condenados a repetir.
La solución quizá sea (y aunque me de escozor remitirme a esos libros de autoayuda) que decidiera finalmente ser yo mismo. Salir de mí. Dejar de querer ser, para ser realmente. Vivir sin pensar en esos seres que me rodean y que inevitablemente terminarán juzgándome, arrugándome y tirándome en el bote de "reciclables" (porque cuando quieran me pueden volver a usar). Dejar que mis emociones fluyan en ambas direcciones sin que el tráfico les haga retrasarse, sin que un plantón inconsciente les haga tomar otras rutas alternas y terminen perdiéndose en mi caótica ciudad interna. Es la solución a la que no he podido llegar, y a la que sinceramente no sé cómo llegar. Mientras tanto, en lo que encuentro la respuesta, he de aprender a vivir con este vicio.
